El amor pone al sujeto en relación con el otro, las fronteras son visibles y algo hay que hacer con ellas. El narcisismo desvanece estás fronteras y, allí donde debería estar el otro, encuentra un reflejo de sí mismo.
Como en el enamoramiento, que debe ceder a la frustración que produce la aparición del otro como alteridad, para dar lugar al amor.
El «narcisista» es un perpetuo enamorado. Porque en el enamoramiento lo que se busca es incrementar el sentimiento narcisista de sí mismo. Por eso el enamorado es poderoso, es capaz de cualquier cosa por su amada, es un subidón nivel Dios. Un Dios que fácilmente puede bien tratar y mal tratar, sin limites…
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