El acompañamiento terapéutico y el teatro espontáneo contra la violencia terapéutica

El acompañamiento terapéutico y el teatro espontáneo hablan el mismo lenguaje, el de la acción. Hablamos caminando, nos movemos, representamos diferentes papeles según las escenas internas de nuestros pacientes, aprendemos a actuar espontáneamente, con una espontaneidad trabajada por la experiencia, la técnica se mezcla con el acto y no contempla un saber externo o superior a la relación con el otro, es lo que permite al terapeuta seguir fluyendo en la escena. Respetar al protagonista de los sueños, sin imponer, esperando, sosteniendo.

Es acción, sujeta a una técnica que tiende puentes y abre puertas y no “LA TECNICA” con mayúsculas que impone al deseo del sujeto el interés mercantil de la gestión, el interés económico del estado, el interés alienante de la comunidad.

Una apuesta por el sujeto, es una apuesta ética y una apuesta libre. En un momento donde se nos sugiere desde diferentes coordenadas recuperar la voz del que sufre, nos sorprende que la recuperación de esta voz traiga un grito de guerra y no una demanda civilizada que esperabais?…

Es por ello, que ante el discurso libre del sufriente se nos opone la docta inseguridad que alimenta el pensamiento tecnocrático. La técnica sabe allí donde la experiencia duda, y esto es un saber falso.

“El sistema de salud mental está basado en la coerción. Incluso cuando los servicios se ofrecen de una manera aparentemente voluntaria, la coerción se esconde bajo la superficie”, Judi Chamberlin (2006, p.347), representante del movimiento de usuarios y autora del libro “On Our Own: PatientControlled Alternatives to the Mental Health System”, esta es una cita a la que recurro habitualmente para no olvidar que apostar por una vía no coercitiva de tratamiento es asumir la transgresión como posibilidad, no por nada Jhon Read (2006), autor del libro “Modelos de Locura”, recuerda que “la autoridad de los psiquiatras hoy en día todavía tiene su origen más en el poder político que les conferimos que en su pericia científica”.

Una vía no coercitiva, como la que aporta la psicología relacional, implica adherir a los siguientes supuestos básicos:
– No presuponer que la enfermedad acontece solo en una de las partes de la relación: el paciente.
– No presuponer que el saber emana solo de una de las partes de la relación: el terapeuta.

Sigamos bailando en la oscuridad.

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