En el marco de las Jornadas «Hablemos sobre el Amor» celebradas en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rey Juan Carlos y organizadas por la Fundación Manantial, se abrió un espacio de reflexión profunda sobre el concepto del amor como una fuerza transformadora y comprometida.
Este evento, que reunió a pensadores contemporáneos y académicos, exploró diversas perspectivas que ilustran cómo el amor va más allá de una emoción efímera para convertirse en una promesa que moldea nuestras vidas.
El amor es lo que se da “entre”
Desde la infancia, el amor se nos presenta como una fuerza que desafía lo posible y lo imposible. En palabras de Olga Orozco y Mario Satz, dos poetas que han explorado la profundidad del sentimiento humano, el amor es tanto una conexión íntima como una promesa de futuro. Es un vínculo que nos compromete con otros seres humanos, una promesa que nos desafía a nosotros mismos y a nuestros seres queridos a crecer juntos.
Por este motivo, el título de esta ponencia es “El amor es esa promesa que lo cambia todo”, y lo primero quiero contaros es que el amor se da siempre “entre”, entre tú y yo, entre uno y el otro. Por lo tanto, se funda un vínculo: nacemos, crecemos, amamos y morimos en vínculos.
Filósofos como Pierre Bourdieu han señalado que el amor no es una emoción estática, sino un compromiso dinámico que implica reciprocidad y desarrollo mutuo. A diferencia de emociones pasajeras como la tristeza o la alegría, el amor exige una participación activa y continua. Friedrich Nietzsche lo considera una capacidad que distingue a los humanos de los animales, mientras que la literatura clásica, como la «Odisea» de Homero, lo ejemplifica a través del sacrificio y la espera de Penélope.
Más bien, el amor es intempestivo, palabra que me encanta, porque todos sus sinónimos encajan, decir que el amor es intempestivo es como decir (según la Real Academia Española de la Lengua) que el amor es “inoportuno, inconveniente, inadecuado, desacertado, improcedente, impropio”. El amor te atrapa y te lanza al demonio, te pone por fuera de toda racionalidad.
¿Y si el amor lo cambia todo?
No somos iguales después de un “te amo”. La declaración de amor te cambia, pero es que el amor es cambio en sí. Jacobo Levy Moreno, pionero en psicoterapia, decía que el amor siempre está en estado de nacimiento, nunca concluido. Es un proceso de crecimiento y descubrimiento mutuo que desafía nuestras concepciones del tiempo y la identidad personal. Este enfoque contrasta con la visión contemporánea del amor como un objeto maleable y reemplazable, caracterizado por relaciones efímeras y superficiales.
Erich Fromm, en su obra «El arte de amar», alerta sobre el riesgo del narcisismo en las relaciones modernas, donde el amor genuino se ve amenazado por la búsqueda de gratificación personal y la despersonalización del otro. El verdadero amor, según Fromm, requiere vulnerabilidad y un compromiso profundo con el crecimiento mutuo, alejándose de las dinámicas de poder y control.
De la relación amorosa a la relación terapéutica
En el ámbito terapéutico, Pedro Laín Entralgo introdujo la noción de la «amistad médica» como un ejemplo de amor que trasciende la cura física para abrazar el cuidado emocional y la confianza mutua. Esta relación refleja cómo el amor puede actuar como un agente terapéutico poderoso, sanando no solo el cuerpo sino también el alma.
En última instancia, la noción de amor como promesa invita a considerarlo no solo como un sentimiento, sino como un compromiso activo con la humanidad y el crecimiento personal. Es una promesa que desafía nuestras concepciones del tiempo y la identidad, nos invita a ser más de lo que somos y a conectar de manera más profunda con los demás y con nosotros mismos.
En conclusión, el amor es esa promesa que nos invita a crecer, a través de la conexión, el compromiso y la confianza en el otro y en nosotros mismos. Es un concepto que trasciende las limitaciones del tiempo y del ego, transformándonos y desafiándonos constantemente a ser mejores seres humanos.