¿Quieres sabes cómo va esto?
El vínculo, en su esencia, opera en dos niveles simultáneos. En el ámbito de la identificación, se podría decir que un vínculo nunca es sólo bueno o malo, sino que, de forma paradójica, puede ser ambos a la vez. Así, es un espacio donde conviven lo positivo y lo negativo, sin excluirse mutuamente.
En el nivel de los roles, el vínculo tampoco se reduce a categorías unívocas. En una relación, puedo ser tanto perseguidor como perseguido, maestro y alumno; no uno o el otro. Estos roles, lejos de estar polarizados, se superponen y enriquecen la interacción, dotándola de matices complejos que trascienden cualquier etiqueta fija.
En el ámbito terapéutico, esta dinámica se vuelve aún más profunda. Como terapeuta, soy a la vez terapeuta y paciente, lo cual exige de mí la capacidad de reconocer qué tipo de “paciente” soy en cada momento de la interacción. Esto me permite diferenciar mis propios procesos internos de los del paciente y, así, poder escucharlo y verlo con claridad. Pero este juego de roles no es unilateral: el paciente también es, en cierto sentido, terapeuta y paciente. Para construir una relación terapéutica auténtica, el paciente también trae una «escena terapéutica interna», reinterpretando su historia, a veces marcada por experiencias familiares o vivencias pasadas que afectan la relación terapéutica actual y su forma de ver relacionarse con el terapeuta.
Esta mirada diádica abre un espacio en el que el vínculo deja de ser una línea estática y se transforma en una red viva, donde ambos –terapeuta y paciente– se encuentran y transforman mutuamente.
¿Quieres saber que es diádico? Te lo explico aquí.
Diádico es un concepto muy interesante. En filosofía y en psicoterapia, el término «diádico» se refiere a una relación entre dos elementos o partes que interactúan y se influyen mutuamente. Sin embargo, su significado puede variar según el contexto en el que se aplica.
En filosofía, una relación diádica hace referencia a cualquier vínculo o interacción entre dos conceptos, sujetos o entidades. Es una estructura fundamental en la lógica y en la teoría de las relaciones. Desde esta perspectiva, el enfoque diádico ayuda a entender cómo dos elementos se definen en función del otro, ya sea en términos de opuestos, complementos o interdependencia. Por ejemplo, en la dialéctica hegeliana, el proceso de tesis y antítesis es diádico en el sentido de que ambos polos se enfrentan y requieren uno del otro para generar síntesis y avanzar en el conocimiento.
En psicoterapia, lo diádico también tiene una relevancia central, pero aquí se centra en la relación entre dos personas: el terapeuta y el paciente. En este sentido, el vínculo diádico implica una dinámica en la que ambos participantes ocupan roles específicos (como “escuchante” y “narrador”), pero también se transforman mutuamente. Este vínculo diádico no es estático; puede fluctuar, y el terapeuta puede tomar distintos roles a lo largo de la sesión para sintonizar con el estado emocional y las necesidades del paciente. Además, se considera que en esta relación el terapeuta puede aprender del paciente y viceversa, lo cual enriquece la práctica terapéutica y genera un proceso de co-construcción.
Por tanto, en ambas disciplinas, el concepto de «diádico» señala un vínculo en el que las partes no son autosuficientes, sino que coexisten y se moldean mutuamente.