«El contrato elimina radicalmente el margen de confianza. Necesitamos tener confianza, porque no podemos determinar por vía de ley todas las relaciones interhumanas. La confianza facilita las interacciones sociales.» Byung-Chul Han en «El espíritu de la esperanza».
En un proceso de separación, los acuerdos legales —como los de custodia, visitas o manutención— son necesarios, pero incluso los más detallados no pueden prever cada situación del día a día: cambios de planes, imprevistos en horarios escolares, decisiones sobre salud, o discusiones por diferencias educativas. Ahí es donde la confianza entre los progenitores emerge como factor esencial.
1. Más allá del papel
La ley establece reglas, pero no dicta cómo se gestiona un malentendido, cómo se reacciona a una emergencia médica, ni cómo se prioriza el bienestar emocional del niño en un momento de tensión.
2. La confianza agiliza la gestión diaria
Cuando existe confianza, se evita el consumo emocional y psicológico de recurrir sistemáticamente a abogados o tribunales por cada desacuerdo. Esto aligera procesos, reduce fricciones y, en última instancia, beneficia al niño.
3. Confianza, no sustitución de acuerdos
Si todo se articula sólo por contratos, desaparece el espacio de la confianza. En su lugar, se crea una relación basada en la sospecha y el control. Por eso, la confianza no sustituye a los acuerdos, sino que los complementa.
4. La terapia parental puede ayudar
Acompañados por un profesional, los padres pueden:
- Fortalecer la comunicación respetuosa.
- Acordar protocolos claros para lo imprevisible.
- Recuperar la confianza, reduciendo el temor de que todo termine en confrontación legal.
El vínculo parental no requiere un vínculo conyugal. No se trata de hacer una terapia de pareja sino de restablecer, cuando es un objetivo común, la confianza entre padres que pudo romperse incluso por el propio proceso de separación. Es una forma de cuidar lo más importante para vosotros.
Conclusión
Una separación efectiva y respetuosa no puede depender únicamente de un contrato. El documento legal es una base, pero la vida cotidiana requiere confianza, esa disposición a colaborar y ceder sin necesidad de recurrir siempre a cláusulas. Como advierte Han, confiar permite actuar. La terapia puede ser una herramienta eficaz para construir y reforzar esa confianza, en beneficio de todos, especialmente de los/as hijos/as.