Entender la ansiedad como alarma ha ayudado mucho a mis pacientes. Cuando aparece, en lugar de huir, propongo escucharla: ¿qué quiere decir esta alarma esta vez? Esto abre tres caminos posibles:
- Reducir la intensidad de la alarma: estar atento a los primeros indicios, reconocer que es solo una señal y tener paciencia con lo que ocurre.
- Evitar temporalmente las situaciones que la activan hasta encontrar mejores formas de afrontarlas.
- Aplicar técnicas terapéuticas que permitan vivir de manera más libre y serena, sin quedar atrapado en el círculo de la ansiedad.
Es verdad que no basta con pensar que es una alarma: hay que creerlo, y para ello existen muchas estrategias que ayudan a vivir mejor y con menos sufrimiento.
Por último, una clave: la ansiedad es siempre un fenómeno vincular. Aunque sucede dentro de ti, ocurre en relación con otros. Revisar tus vínculos, observar qué roles ocupas y cómo te implicas emocionalmente puede ayudarte a comprender mejor tus reacciones y a encontrar formas más efectivas de manejar la ansiedad. La manera en que te relacionas, cómo estableces límites, cómo te apoyas o te sobrecargas con las emociones de otros, influye directamente en tu bienestar. Comprender este aspecto vincular permite abrir caminos de cambio que no se logran mirando solo lo interno, sino también las conexiones con quienes te rodean.