Posible relación entre estilos de apego y trastornos de personalidad

El trastorno de la personalidad ha de entenderse como un patrón complejo, automático que estructura la personalidad, lo que nos trae la persona no es un síntoma o una “enfermedad mental” sino su propia personalidad. La personalidad adulta esta en íntima relación con las vicisitudes del entorno relacional en el que se desarrolló y las condiciones de seguridad y sintonía afectiva que proveyeron sus cuidadores. El apego que se establece en los primeros momentos de la vida del bebé es este “hilo invisible sintónico que une a los cuidadores con el bebé”, funciona como un sistema de regulación emocional-relacional del cual depende el desarrollo del psiquismo en función de la seguridad y nutrición relacional que es capaz de proveer. Pone en contacto el apego en desarrollo del niño con el apego de sus padres.

En la práctica, un apego inseguro activa el miedo al abandono y con él los artilugios que la persona haya creado en la relación con otros para sobrevivir a estas sensaciones. El 92% de los pacientes con TLP presentan apego inseguro, según Fonagy, él plantea que el TLP es un trastorno del bebé, ya que presentan similitudes con las reacciones de reclamos del bebé. El apego queda asociado a una situación de peligro, de abandono, lo que vuelve intolerante a la persona a la soledad. El adulto va a necesitar el reflejo del otro para mantener su identidad, precisamente porque el apego se estructura en función de la capacidad de maternaje/sintonía de los padres. Si los padres/cuidadores no sintonizan, trasladan sus emociones generando una autoimagen inestable, las pautas de apego se trasmiten de forma trangeneracional. “El papel del terapeuta es análogo al de una madre que ofrece a su hijo una base segura desde la cual explorar el mundo”, “la primera tarea del terapeuta ha de ser proveer al paciente una base segura desde la cual explorar los múltiples aspectos desdichados y dolorosos de su vida, pasados y presentes, en muchos de los cuales encuentra difícil o quizás imposible pensar y reconsiderarlos sin un compañero fiable que le provea apoyo, aliento, simpatía y en ocasiones, orientación”, John Bowlby.

 

El efecto Dunning-Kruger. ¿Conoces a alguien asi?


La relación entre estupidez y vanidad se ha descrito como el efecto Dunning-Kruger, según el cual las personas con escaso nivel intelectual y cultural tienden sistemáticamente a pensar que saben más de lo que saben y a considerarse más inteligentes de lo que son. El fenómeno fue rigurosamente estudiado por Justin Krugger y David Dunning, psicólogos de la Universidad de Cornell en Nueva York, y publicado en 1999 en “The Journal of Personality and Social Psychology”. Se basa en los siguientes principios:
1º. Los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades; y
2º. Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer las verdaderas habilidades en los demás.

Antes de estos estudios sospechábamos que la mayoría tendemos a valorarnos a nosotros mismos por encima de la media, cosa que, lógicamente, es estadísticamente imposible, pero Krugger y Dunning lo demostraron fielmente en un experimento consistente en medir las habilidades intelectuales y sociales de una serie de estudiantes y pedirles una auto-evaluación posterior. Los resultados fueron sorprendentes y reveladores: Los más brillantes estimaban que estaban por debajo de la media; los mediocres se consideraban por encima de la media, y los menos dotados y más inútiles estaban convencidos de estar entre los mejores.

Estas observaciones, además de curiosas me parecen preocupantes, pues según ellas los más incompetentes no sólo tienden a llegar a conclusiones erróneas y tomar decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse cuenta de ello..

Jesús J. de la Gándara Martín
Jefe de Redacción de la Revista Cuadernos de Medicina Psicosomática

Niveles de Análisis para la Intervención Socio Comunitaria

 
 
La clave para entender este cuadro es pensar que se trata de conjuntos superpuestos, lo que significa por ejemplo que a nivel de la táctica (en el aquí y ahora del trato con la persona que acompañamos) se encuentran interviniendo las demás dimensiones, asi como que hay áreas de la dimensiones subsiguiente que quedan por fuera de nuestra intervención.
 
Una de las consecuencias de este planteamiento es que la formación no puede centrarse exclusivamente en una de estas áreas sin tener en cuenta su relación con la demás. Puede suceder, por ejemplo que, aun habiendo logrado una buena sintonía y conseguido una buena alianza terapéutica a nivel de la táctica, no se haya establecido una estrategia suficientemente buena que obstaculice el despliegue de una táctica efectiva a lo largo del tiempo. Produciéndose por lo tanto, conflictos a nivel del funcionamiento del equipo o a nivel de la relación con otros actores terapéuticos como pueden ser la familia, los servicios de salud mental y los servicios sociales.
 
Desde esta perspectiva entonces, la Estrategia tendría la función de integrar la dimensión Política (esto es el discurso que sostiene la intervención y su relación con otros discursos en juego) con la Táctica, por ejemplo a través de consignas, objetivos o pautas generales de intervención.
 
Finalmente, si bien toda táctica debe estar atravesada por coordenadas estratégicas, políticas y éticas, hay aspectos de esta última que no se incluyen en las anteriores, ya que nos interesa de la ética sus dimensión práctica, aquella que aplica sobre nuestra intervención, como es la concepción de sujeto/otro, salud mental/enfermedad, dependencia/autonomía, entre otras.
 
La táctica vincula al paciente, la estrategia resguarda a la táctica, la política ampara a la estrategia, y la ética sujeta a la política en la que se inscribe el acto terapéutico de nuestro equipo.

10 Tips metodológicos para acompañantes terapéuticos/as

1- No se puede ser amigo del acompañado pero tampoco no se puede no serlo.
2- Lo que diferencia el acompañamiento terapéutico del acompañamiento normal es el setting o encuadre terapéutico, éste tiene una parte manifiesta (el contrato) y otra tácita (las reglas internas relacionales que se van actualizando y complejizando en la medida que avanza la relación).
3- El vínculo es, entre otras cosas, una pauta, un patrón en movimiento. Identifica su funcionamiento y cuál es tu rol en el mismo.
4- El objetivo del rol acompañante es siempre brindar seguridad en la relación al acompañado, pero siempre hay más demandas en juego. Recoge las diferentes demandas (usuario, familia, instituciones) para consensuarlas con tu equipo e integrarlas en la intervención, la continuidad del tratamiento depende de la transacción con cada una de las partes interesadas.
5-  Vincular es hacer grupo. El vínculo es una construcción conjunta y co-actual, por lo que todo suceso dentro del acompañamiento es consecuencia en gran medida de esta producción grupal.
6- Todos los encuentros requieren de un primer momento de caldeamiento y acomodación mutua (acompañante/acompañado) para que el vínculo sea más flexible y espontáneo.
7- Acompañamos a una persona y a su entorno, conviene crear recursos metodológicos para registrar,  analizar e intervenir sobre este entorno, sea este familiar o institucional.
8- Todo AT implica una función clínica y una función social, a la que se corresponden intervenciones terapéuticas y comunitarias.
9- No hay Acompañamiento Terapéutico sino Acompañamiento/s Terapéutico/s. El aumento de la inserción de AT en diferentes ámbitos de intervención ha llevado a qué no haya un solo modo de hacer AT, reflexiona y refuerza metodológicamente la modalidad de AT que haces tú.
10- Confía en tu espontaneidad trabajada, forjada a base de experiencia, formación, debates con colegas, supervisión y si has tenido la oportunidad, entrenamiento de la espontaneidad mediante dinámicas de grupo.

Extra: El acompañado no es «el otro», «el otro» eres Tú.

¿Reconoces las descalificaciones familiares?

La poeta Gloria Fuertes nos regala una escena autobiográfica que es un ejemplo de descalificación familiar, uno de los tipos de maltrato psicológico relacional (junto con el rechazo, la desvalorización y la desconfirmación).

«Gloria escribe su primer cuento»

  Un día, mientras comía con su familia, Gloria decidió que de mayor quería ser escritora. Acababa de cumplir nueve años. Ese día tocaba comer judías con patatas.

    -Mamá, quiero ser escritora-dijo Gloria.
    -Calla, anda, calla-dijo su mamá-. Tonterías las justas. A sus hermanas les dio la risa.
     -¿Cómo vas a escribir si eres tonta del bote?-dijo su hermana la mayor.

 Su papá solía defenderla en esos casos, pero ese día estaba en el trabajo.

     -No sabes ni atarte los zapatos-dijo su otra hermana-. Y siempre lo estás perdiendo todo.
     -El tiempo sobre todo. Eso es lo que más pierdes -dijo su mamá.
  Su hermana la mayor le dio una colleja. Gloria miró una patata grande que estaba en el plato y se imaginó que ella era esa patata y no tenía oídos para escuchar todas las cosas malas que le decían.

  Después de comer se encerró en su cuarto, apoyó una silla bajo el pomo de la puerta para que nadie entrara y empezó a escribir un cuento en unas hojas sueltas. «Tengo que ser escritora, si no escribo se me van a quedar todas las historias dentro y me voy a poner mala», pensó Gloria.

   El cuento que tenía en la cabeza se titulaba «Tranquilón el camaleón» y trataba sobre un cama león que no quería salir de la cama porque no sopor taba a su familia. Su mamá llamó a la puerta y le ordenó que abriera, pero Gloria respondió que no podía, que estaba ocupada.

     -Esta niña está loca-murmuró su mamá des de el pasillo.

  Cuando terminó de escribir el cuento, Gloria cosió las hojas con hilo y les dio forma de librito. Dibujó en la portada a Tranquilón el camaleón tocando la harmónica y salió del cuarto a toda prisa. Necesitaba encontrar a su público. Empezó a llamar a las puertas de los apartamentos en los que sabía que vivían niños y se puso a reclutarlos. Reunió en torno a la escalera a cinco niñas, tres niños y un pato de juguete y se sentó en los escalones carcomidos para leerles el cuento. Empezó a leer. Las niñas la miraban alucinadas, un par tenían la boca abierta. Gloria ya no quería ser patata, prefería ser poeta.

  A pocos metros, sus hermanas la espiaban des de una puerta entreabierta. En la cara se les notaba la envidia.

En «El libro de Gloria Fuertes para niñas y niños»  

Tres maneras de huir del peligro ¿cuál es la tuya?

Cuando estamos ante una situación de peligro (real o percibido) se activa nuestro sistema de alerta, hay una relación entre la activación biológica innata y el grado en que simbolización que intercede entre la activación y el acto, que va desde huir desde la parálisis, el huir despavorido y las formas más complejas, ir a por todas y huir hacia adelante o la retirada estratégica que responde al principio: soldado que huye sirve para otra guerra. Te propongo  que encuentres cual es la tuya: Leer más

¿Cuándo el maltrato hace trauma en el niño?

Los padres y las madres saben muy bien la dificultad que representa la llegada de los hijos, todo se trastoca y deben adaptarse rápidamente para enfrentar un gran desafío quizás el más grande de sus vidas, pero seguramente el más importante desde el punto de vista de los hijos.

También es fácil reconocer que a veces estamos cansados, hemos tenido problemas en el trabajo o con nuestra pareja y tenemos con nuestro hijo un mal tono, un grito, incluso un golpe. Lo habitual después de esto es que frente al llanto sobreviene la culpa y el reconocimiento de lo excesivo de la reacción. A partir de esto aprendemos e intentamos no volver a tratar así a nuestro hijo.

A veces la culpa es tan grande que nos abruma y nos lleva incluso a consultar a un especialista: “el otro día pegue a mi niño, me siento mal, quiero saber que me paso porque no quiero que me vuelva a suceder”. Este es un buen pedido de consulta, quizás traumatizante para el padre en tanto ha contactado con sus propias escenas infantiles, pero desde luego no lo es para el niño.

¿Por qué? Leer más

¿Que es el empoderamiento?

 

«En el contexto de salud mental, la palabra empoderamiento se refiere al grado de elección, influencia y control que los usuarios de los servicios de salud mental pueden ejercer en los acontecimientos que se producen en sus vidas. La llave que abre las puertas del empoderamiento es la eliminación de los impedimentos formales e informales, así como la transformación de las relaciones de poder entre individuos, comunidades, servicios y gobiernos. El poder es crucial cuando se habla de empoderamiento y un elemento importante de las estrategias de empoderamiento es: (…) desafiar el control y la injusticia social mediante procedimientos políticos, sociales y psicológicos, que dejen al descubierto los mecanismos de control, barreras institucionales y estructurales, normas culturales y prejuicios sociales, con la finalidad de capacitar a las personas a que afronten la opresión internalizada…

 Está demostrado que la falta de influencia y control puede conducir a resultados negativos para la salud. 

 

Por el contrario la habilidad para ejercer control e influencia, puede actuar como un factor protector en situaciones de riesgo de enfermedad, incluso existiendo un nivel de estrés elevado. La impotencia se ha revelado como un factor de riesgo clave en la etiología de la enfermedad, y hay pruebas en diferentes campos que sugieren que empoderar no es sólo un conjunto de valores, sino que también produce resultados positivos, como son: aumento del bienestar emocional, independencia, motivación para participar, y mayores estrategias efectivas para sobrellevar la enfermedad” (OMS, 2010).

 

Citado en el libro «Acompañamiento Terapéutico en España», 2012.

Espontaneidad versus ansiedad

Algo que me gusta mucho del concepto de espontaneidad es que no hay “espontaneidad interna”… efectivamente, lo espontáneo es algo que ocurre entre al menos dos personas.  Sucede en el sujeto que se atreve a exponerse sin miedo al qué dirán, lo hace libre, esto es en concordancia entre lo que siente y lo que hace y en sintonía con el otro. Esto define quien eres en esta relación (porque nadie es fuera de una relación, el Ser es relacional).

Otra cosa que me gusta de la espontaneidad es que solo puede valorársela por su adecuación, tanto si se trata de una situación nueva como conocida. La espontaneidad se ve en el encuentro. Si hay espontaneidad hay encaje, hay vibra, hay resonancias y simpatía. O quizás puede haber un poco de encaje, un poco de vibra y un poco de resonancia y simpatía, porque otra cosa que tiene el concepto es que es gradual. Puede haber más o menos espontaneidad. El punto mínimo de la espontaneidad es la ansiedad, la rigidez en el encuentro, te darás cuenta de ello si tu escena interna, tus pensamientos acerca de lo que sucederá, dominan el encuentro, no te dejan Estar-ahí, están todo el tiempo anticipando. El máximo de espontaneidad ya lo dije, es la vibra, el encuentro, la simpatía. Nacemos con un máximo de espontaneidad y la vamos perdiendo en la medida que nos vamos acomodando al orden social.

¿Cuánta espontaneidad tienes tú?

No es necesario irse a las Maldivas para sentir la libertad, aunque no es un mal plan. Basta con trabajar tu espontaneidad, desarrollarla, la espontaneidad es la premisa para sentirse libre, para sentirte que finalmente puedes ser tu misma o tú mismo con otros, pero recuerda la clave es CON OTROS, ¿puedes ser tú-con-otros?. Porque ser tú mismo o ser tu misma en una isla desierta no tiene mucha gracia, ¿no?

¿Sufren las personas o sufren las relaciones?

 

Te propongo una reflexión para pensar la psicopatología, te sugiero darle una vuelta a esto:

 «No se trata de saber qué enfermedad tiene la persona, sino más bien, de conocer qué persona tiene la enfermedad».

¿Pero se puede ir más allá? Podemos pensar qué modalidad vincular nos propone la persona, para qué, qué tipo de vínculos predominan, qué efectos produce.

¿Sabemos identificar modalidades vinculares?, ¿Sabemos ACTUAR en las diferentes escenas que nos propone?

Frente al sufrimiento, el vínculo pierde flexibilidad y espontaneidad y puede ser tan rígido y defensivo como un delirio. El delirio es la mejor expresión del modelo vincular predominante. El vínculo es el puente que se nos tiende para poder acompañar al otro, éste puede ser un puente sólido de hierro o un puente movedizo de cuerdas que bailan sobre el abismo.

¿Te atreves a cruzarlo?