¿Que es el empoderamiento?

 

«En el contexto de salud mental, la palabra empoderamiento se refiere al grado de elección, influencia y control que los usuarios de los servicios de salud mental pueden ejercer en los acontecimientos que se producen en sus vidas. La llave que abre las puertas del empoderamiento es la eliminación de los impedimentos formales e informales, así como la transformación de las relaciones de poder entre individuos, comunidades, servicios y gobiernos. El poder es crucial cuando se habla de empoderamiento y un elemento importante de las estrategias de empoderamiento es: (…) desafiar el control y la injusticia social mediante procedimientos políticos, sociales y psicológicos, que dejen al descubierto los mecanismos de control, barreras institucionales y estructurales, normas culturales y prejuicios sociales, con la finalidad de capacitar a las personas a que afronten la opresión internalizada…

 Está demostrado que la falta de influencia y control puede conducir a resultados negativos para la salud. 

 

Por el contrario la habilidad para ejercer control e influencia, puede actuar como un factor protector en situaciones de riesgo de enfermedad, incluso existiendo un nivel de estrés elevado. La impotencia se ha revelado como un factor de riesgo clave en la etiología de la enfermedad, y hay pruebas en diferentes campos que sugieren que empoderar no es sólo un conjunto de valores, sino que también produce resultados positivos, como son: aumento del bienestar emocional, independencia, motivación para participar, y mayores estrategias efectivas para sobrellevar la enfermedad” (OMS, 2010).

 

Citado en el libro «Acompañamiento Terapéutico en España», 2012.

Espontaneidad versus ansiedad

Algo que me gusta mucho del concepto de espontaneidad es que no hay “espontaneidad interna”… efectivamente, lo espontáneo es algo que ocurre entre al menos dos personas.  Sucede en el sujeto que se atreve a exponerse sin miedo al qué dirán, lo hace libre, esto es en concordancia entre lo que siente y lo que hace y en sintonía con el otro. Esto define quien eres en esta relación (porque nadie es fuera de una relación, el Ser es relacional).

Otra cosa que me gusta de la espontaneidad es que solo puede valorársela por su adecuación, tanto si se trata de una situación nueva como conocida. La espontaneidad se ve en el encuentro. Si hay espontaneidad hay encaje, hay vibra, hay resonancias y simpatía. O quizás puede haber un poco de encaje, un poco de vibra y un poco de resonancia y simpatía, porque otra cosa que tiene el concepto es que es gradual. Puede haber más o menos espontaneidad. El punto mínimo de la espontaneidad es la ansiedad, la rigidez en el encuentro, te darás cuenta de ello si tu escena interna, tus pensamientos acerca de lo que sucederá, dominan el encuentro, no te dejan Estar-ahí, están todo el tiempo anticipando. El máximo de espontaneidad ya lo dije, es la vibra, el encuentro, la simpatía. Nacemos con un máximo de espontaneidad y la vamos perdiendo en la medida que nos vamos acomodando al orden social.

¿Cuánta espontaneidad tienes tú?

No es necesario irse a las Maldivas para sentir la libertad, aunque no es un mal plan. Basta con trabajar tu espontaneidad, desarrollarla, la espontaneidad es la premisa para sentirse libre, para sentirte que finalmente puedes ser tu misma o tú mismo con otros, pero recuerda la clave es CON OTROS, ¿puedes ser tú-con-otros?. Porque ser tú mismo o ser tu misma en una isla desierta no tiene mucha gracia, ¿no?

¿Sufren las personas o sufren las relaciones?

 

Te propongo una reflexión para pensar la psicopatología, te sugiero darle una vuelta a esto:

 «No se trata de saber qué enfermedad tiene la persona, sino más bien, de conocer qué persona tiene la enfermedad».

¿Pero se puede ir más allá? Podemos pensar qué modalidad vincular nos propone la persona, para qué, qué tipo de vínculos predominan, qué efectos produce.

¿Sabemos identificar modalidades vinculares?, ¿Sabemos ACTUAR en las diferentes escenas que nos propone?

Frente al sufrimiento, el vínculo pierde flexibilidad y espontaneidad y puede ser tan rígido y defensivo como un delirio. El delirio es la mejor expresión del modelo vincular predominante. El vínculo es el puente que se nos tiende para poder acompañar al otro, éste puede ser un puente sólido de hierro o un puente movedizo de cuerdas que bailan sobre el abismo.

¿Te atreves a cruzarlo?

¿De qué manera cuidamos cuando nos cuidamos?

Seguramente habrás escuchado que para cuidar bien hay que cuidarse a una misma pero, ¿cómo funciona esto?. Curiosamente la respuesta a esta pregunta nos la da una palabrita que suele usarse mucho para mejorar nuestras relaciones con los demás: la empatía.

La empatía suele entenderse como «ponerse en los zapatos del otros», una traducción del inglés de «put yourself in their shoes», aunque yo prefiero nuestra bonita frase «ponerse en la piel del otro». No se que opináis vosotros pero piel me suena mejor que zapato, a la hora de intentar percibir que es lo que sucede en la persona que tenemos en frente.

Pero hay otra forma de verlo.   Elisabeth Youn-Bruehl hace la siguiente propuesta: «la forma común, incluso podríamos decir a modo de cliché de describir la empatía «como ponerse en lugar del otro» me parece erróneo (…). Empatizar implica mas bien poner a otra persona en ti mismo, llegando a ser el hábitat de otra persona». Repito: «poner a otra persona en ti mismo».

Empatía entonces tiene menos que ver con nuestra habilidad de imaginarnos lo que le pasa a la otra persona que con nuestra capacidad de ser hospitalarios y acoger al otro en nosotros mismos, en nuestra casa. Ser buenos anfitriones, aceptar al otro sin condiciones, sin borrar las diferencias, aceptando aquello que nos hace ruido y quizás nos molesta.

Entonces, empatía es un ejercicio de tolerancia, pero también de nuestra capacidad para identificar lo que nos sucede cuando nos encontramos con el otro y que hacemos con ello. Debemos acostumbrar nuestras emociones a la convivencia con esa otra persona que hemos invitado a casa. En un mundo donde cada vez somo menos tolerantes con los demás… ¿Esto quiere decir que la empatía es antisistema? Desde luego que, al menos, va en contra de valores como el individualismo y el sálvese quien pueda.

Tolerar es el ejercicio mas difícil, sin el cual no hay empatía posible, «ser el habitat de la otra persona», ¿pero que hábitat somo para el otro?. Es importante respetar nuestras diferencias, nuestras limitación, en fin, tolerarnos sin machacarnos para poder ser un lugar para el otro ventilado y luminoso. Es necesario conocer nuestros miedos para animarnos a dejar nuestras ventanas y puertas abiertas, como se hacia en los pueblos de antaño.

Es por lo tanto necesario cuidarnos y conocernos para poder brindar un lugar limpio y confortable a quienes vienen (invitados o no) a convivir con nosotros. 

Si la empatía es dar un lugar al otro en mí, entonces:

Despliego mis alas
para que el otro en mí,
también tenga la posibilidad
de desplegar las suyas.

¿Se puede aprender a tener mas espontaneidad?

Contrariamente a lo que se piensa habitualmente, todo acto espontáneo es por definición voluntario, es espontáneo animarse a bailar, es espontáneo entregarse en el acto sexual, es espontáneo participar en las reuniones sociales de forma satisfactoria y adecuada. Lo contrario a espontaneidad es impulsividad, es impulsivo entregarse a una discusión sin control, es impulsiva la excitación que lleva a la eyaculación precoz, es impulsivo iniciar una pelea…

También hay abusos de la espontaneidad, que se definen como “espontaneísmo” (concepto del Dr. Dalmiro Bustos), como cuando un “espontáneo” del público arruina un evento deportivo o arruina una fiesta, ningún acto espontáneo por definición conlleva la destrucción, esto sucede solo cuando la espontaneidad es secuestrada por el narcisismo y pierde de vista al otro.

La espontaneidad deja en este momento de cumplir con la premisa que lo fundamenta: la espontaneidad es relacional, es la expresión libre y creativa en el encuentro con el otro.

Podemos desarrollar nuestra espontaneidad, que está en su máximo cuando somos niños, pero que vamos perdiendo en la medida que crecemos y nos vamos adaptando a las pautas sociales. No obstante el principal enemigo de la espontaneidad es la ansiedad. La ansiedad es una contra/activación, si la espontaneidad favorece nuestras relaciones sociales, la ansiedad las dificulta, perdemos espontaneidad en la medida que tenemos más ansiedad. No obstante, hay que dar batalla, el trabajo de la espontaneidad influye también sobre la ansiedad reduciéndola a su mínimo necesario. Dar batalla es exponerse, tomar la decisión de no ceder a nuestras cavilaciones.

La salud está en nuestras manos y se expresa en ellas. 

¿Qué es la soledad?

La soledad es la sombra que sale de la gente inteligente. Antes no entendía la soledad y me daba pena sentirla, pero ya la entiendo. Ahora es mi amiga, nos llevamos muy bien. Pero mi soledad me la he impuesto yo misma,  el problema llega cuando la soledad te la imponen otras personas.

Cuando yo era pequeña sólo me hacían reír los cuentos, los muñecos y las marionetas, que entonces se llamaban «curritos». Esas historias y esos muñecajos eran lo mas importante para mi. Hacían que me sintiera menos sola. Quiero hacer reír a los niños por eso mismo, porque sé que la risa ayuda a que se sientan mejor cuando están solos.

Me dan pena los parados, pero más pena me dan los que no no paran, los que huyen de la soledad, a esos les pediría  que probasen de vez en cuando, que escucharan la música del silencio y que se hicieran amigos de si mismos.

«Libro de Gloria Fuertes para niñas y niños».

Conferencia sobre acompañamiento terapéutico y familia 21-05-2022

 
Acabo de terminar la plantilla y la ponencia de mañana en el XIII Congreso Argentino de Acompañamiento Terapéutico de Costa Rica: «Como lograr que la familia sea un soporte para el acompañamiento terapéutico», en la mesa sobre acompañamiento terapéutico y familia, os dejo el enlace de Zoom por si os animáis a acompañarme.
Un saludo
 
Zoom desde el que transmitirá la mesa 10. P https://udecr.zoom.us/j/82869307348
ID de reunión: 828 6930 7348
La hora es 8:am de Costa Rica, 11:00am Argentina 9:00am México y 16:00 España

¿Apego o vínculo?

“La investigación en torno a la teoría del apego se está convirtiendo en una de las corrientes más importantes en la actualidad. Por eso es importante entender que el concepto de apego define unos comportamientos y unas estrategias de relación específicas en el niño y en los adultos destinadas a cubrir unas necesidades propias, diferentes de otras necesidades básicas como las de afiliación o cobijo. La manera en la que la díada madre-niño gestione la resolución de estas necesidades intrínsecas determinará la relación de apego, más o menos segura, que se establecerá entre ellos. En este sentido se diferencia de otras relaciones vinculares que tiene el niño y que no son específicas del sistema definido por John Bowlby.

El vínculo, frecuentemente confundido con el apego, es un concepto más amplio y que compromete una mayor variedad de comportamientos y modos relacionales. Vincularse es algo innato en el ser humano y es básico para el correcto desarrollo psico-emocional. Es por ello que las relaciones vinculares no solo sirven como fuente para las necesidades vinculares propias, sino que ayudan a satisfacer otra serie de necesidades primarias.

Dada esta tendencia a la confusión entre conceptos que implican procesos y mecanismos diferentes, es importante que en la literatura se utilice la palabra apego únicamente cuando nos refiramos a este sistema concreto de estrategias que hemos mencionado. El mal uso de este concepto y la utilización del mismo de manera indiscriminada, confundiéndolo, por ejemplo, con la idea del vínculo, implican una interpretación errónea de la teoría original de Bowlby.

El uso estricto de las palabras apego y relaciones de apego, nos va a permitir ser capaces de elaborar un marco teórico apropiado, sabiendo en cada momento cuales son las dinámicas que están en juego y pudiendo entenderlas y abordarlas de manera más efectiva”.

Conclusiones del trabajo Apego y vínculo: propuesta de delimitación y diferenciación conceptual publicado en la Rev. Temas de Psicoanálisis de  I. Burutxaga et all.

El abuso sexual infantil es una pandemia

«El 6 de julio de 2016, las portadas de los periódicos y los primeros minutos de los informativos de televisión se dedicaron a un mismo tema: una niña de nueve años había escondido una grabadora en uno de sus calcetines para demostrar que su padre abusaba sexualmente de ella. La niña, a la que los medios de comunicación bautizaron como María, llevaba dos años alegando que su padre la tocaba y repitiendo contundentemente que no quería verle.

El juzgado de lo Penal había instruido con anterioridad el caso y había declarado su sobreseimiento al considerar que no había pruebas suficientes. Desde entonces y hasta el momento de la grabación, los llantos y quejas de María cada vez que tenía que ver al padre habían hecho que la policía tuviera que personarse para asegurarse de que la niña se metía en el coche de sus abuelos paternos y se cumplía el régimen de visitas. La madre, que había denunciado los abusos, tenía prohibido acercarse al colegio el día de la entrega.

Ese 6 de julio de 2016, los medios de comunicación y la opinión pública se preguntaban lo mismo: ¿Cómo había sido posible? ¿Qué había fallado para que con apenas nueve años una niña se viera obligada a pasar por esa situación?»

[…]

«Los distintos estudios llevados a cabo arrojan datos similares: entre un 10 y un 20% de la población en España ha sufrido algún tipo de abusos sexuales durante su infancia. Ante esta incuestionable estadística las preguntas más comunes no son: “¿Cómo es posible? o ¿Qué ha fallado?”, sino: “¿Esa cifra es correcta? ¿No es un poco exagerada?”. Y es que la causa final que está detrás de la grabadora de María y que permite que algunos abusadores campen a sus anchas en colegios o centros deportivos durante años es que, simplemente, nadie quiere creer».

Así  comienza «Abre tus ojos», el informe de Save the Children sobre abuso sexual infantil. Un retrato de la situación actual y la dificultad que padecen quienes lo sufren o han sufrido para hablar y ser escuchados. 
 
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Mi hijo juega todo el día al ordenador

Habitualmente recibo la consulta de padres y madres que me preguntan por sus hijos que están todo el día en el ordenador “jugando juegos”, “ya ni viene a comer ni cenar” “no comparte nada con nosotros”. En general se plantea el problema como una enfermedad bajo el paraguas de la adicción.  Identificado el hijo como enfermo se plantea la duda de cómo hacer para que él venga a consulta o, (contando que suelo moverme a los domicilios) me plantean la posibilidad de ir a ver a su hijo al domicilio familiar. En los casos en que he podido contactar con ellos, lo que me dicen, casi por unanimidad, es: “los locos son ellos”, “los que necesitan ver a un psicólogo son ellos”, y respuestas similares.

Adelanto un pequeño spoiler, en general en los casos en que los padres han asumido el tratamiento de forma comprometida, los resultados han sido positivos y, la “enfermedad” de su hijo se ha curado sin necesidad de medicamentos o ingresos.

¿Qué es lo que ha sucedido? Leer más